CAMINO Y CONOCIMIENTO

Mi Tío de 24 años, era una excepción superlativa, totalmente fuera de lo normal, ya que, estaba casi todas las horas del día, siempre conmigo, como si tuviera inconscientemente un gran apuro en darme "todo...todo"... hasta llegaba casi siempre, a desatender su trabajo, repito, me daba todos los gustos y, aún hasta los caprichos más exagerados, igualmente, todos ellos lleno de mimos. Todo ese período fue, como si Él, sintiera un presagio de lo que vendría.

Mi Tío Felix, *Ese Gigante*para mí, falleció de meningitis y, lo hizo tomando mi mano, diciéndome que donde Él iba, yo no podía ir, esto ante mi insistencia de que, debía llevarme con ÉL, sucedía esto, como lógica consecuencia de esos tres meses, lo recuerdo, como si fuera ahora mismo, no obstante a lo que me manifestó de que no podía acompañarlo, le dije con vehemencia, entre lágrimas que llenaban mi rostro... yo voy a ir con Vos y, si me soltás, (facho) hago "(una scapata forte... forte) escapada fuerte...fuerte" y, me vado con Té ... de esa manera, simplemente... se marchó y,

Como si todo eso no alcanzara, a mí también me tuvieron que internar de urgencia y, me acuerdo también, que, me agarraba desesperadamente de la cama, diciendo quiero quedarme aquí, *como lo ha fato (hecho) mi Tío*, fueron momentos muy crueles, fáciles de escribir y leer, pero difíciles y muy duros de pasar, ... me marcaron por muchos años (más de 20), porque no podía ni escuchar hablar de alguien muy enfermo, aún mucho menos, acercarme a un velatorio, aunque fuera de un familiar o amigo, ya que me descomponía en lloro y desesperación, que mucho me dañaba, ... aún hoy mismo, está presente en mí y, me conmueve hasta las lágrimas, que me cuestan contener.

Desde allí, y debido a esa lamentable e irreparable pérdida, nos separamos, mis Abuelos a Banfield (BsAs.) y nosotros a Campana (BA), sintéticamente diré que, allí estuve la mayor cantidad de tiempo enfermo y, mi Padre trabajaba no menos de 16 h. por día, para pagar médicos y remedios, aparte de lo que costaba mantener un hogar, no siendo propietario.

Por fin, un médico, Padre de un compañero de escuela, se conmovió, ante esta dura situación y, lo llamó a mi Padre, diciéndole, lo lamento Domingo, o se vuelve a Italia o, en el último de los casos, vaya a vivir a otra zona, donde el clima sea más seco, de lo contrario, Usted trabajando y los Médicos y remedios que deberá pagar, se llevarán sus sueldos y esfuerzos, ya que su hijo, le ha tomado alergia al agua de mar, por lo que, si sigue así esta situación, además de complicada, terminará enfermándolo a Usted y a su Señora, hasta que deban irremediablemente volverse a Italia.

*) Es bueno recordar que una tarde noche, estando con mi Papá a solas, sentado sobre sus rodillas, ya que parecía que tenía mucha fiebre y, calentados por un brasero a leña, me sentí irme... cada vez más y más... iba volando a otro lugar, donde veía cosas... que lamentablemente, nunca pude recordar... hasta que regresó mi Madre que, había ido a trabajar a una casa de familia y, mágicamente yo volví, estando completamente bien y sin fiebre.

Allí vivía un hermano que, había venido mucho antes, con Su Padre, que lo había traído para salvarse de la guerra, habiendo llegado a tener una empresa de transporte de aves, la que estaba en venta, porque cambiaría de rubro. Así fue que le dio una financiación excelente y, con unos pequeños ahorros que había logrado en Campana (a pesar de mi enfermedad), pudo ser parte de una sociedad con dos personas (hermanos entre sí), con los que llegaron a reunir, la suma requerida para hacer la entrega. Con una pequeña entrega, también logró comprar un lote de 12x50 en un lugar casi desierto, en aquel entonces. Construyó en forma rapidísima, una pieza de 3x4 de ladrillos y barro, para que pudiéramos ir a vivir, donde sería, dormitorio, cocina y comedor y, yo siempre enfermo.

De más está decir, la sensación de soledad, miedo y angustia que sentíamos mi Madre y yo, cuando por las noches quedábamos solos, con apenas la luz de nuestra habitación, en medio de la casi nada que nos rodeaba, ya que, en esa manzana, solo había una o dos casitas que estaban lejos, para peor de males, teníamos un baño con techo de chapa, muy pequeño, precario, por supuesto con un hoyo en el piso, y apartado unos 15 metros de nosotros, con una puerta de bolsa de arpillera, que nos obligaba a utilizarlo, solo a la mañana muy temprano y luego era complicado, por el miedo y, la transparencia.

*) No quedaban lugares donde aplicarme inyecciones, de tal manera era, que, un día una enfermera me dejó una aguja quebrada e instalada en un glúteo y, mi Madre se dió cuenta que Ella había cerrado el puño rápidamente, haciendo como si hubiera extraído la misma, por eso, cuando le dijo, abrí la mano, Ella no quería, entonces lo repitió mucho más enérgicamente y, cuando la abrió, no tenía nada... ante esa terrible situación y estando mi Madre sola, porque mi Padre se hallaba de viaje, trabajando con el camión ... llena de desesperación, ... me llevó al hospital que quedaba a más de 20 cuadras... allí rápidamente me llevaron a cirugía, colocándome en la sala, para operarme y extraer la aguja rápidamente, por el temor a que se dirigiera hacia arriba a lugares esenciales, pudiéndome, hasta ocasionar la muerte... cuando llegó el médico que iba a hacer la cirugía, observó todo y luego de algún estudio que ignoro, se negó a operar y, dijo... si hago eso, la aguja se irá corriendo cada vez que corte, por lo que solo lograría estropearle la nalga y, solo empeoraría la situación, hasta extremos no deseados, agregando que había que dejarla allí y, que el cuerpo se encargaría de que, al crecer la carne, le haría una protección y, a su criterio, no me molestaría, quedándose allí, instalada para siempre. Así fue que se impuso esa decisión y finalmente, me salvé, de lo que pudo ser un desastre. Momento muy duro, para mi Madre y, para mí, traumático porque debí convivir por años con el temor que producía cada vez que caía sentado, o que algún niño, como era uso y costumbre, nos dábamos a veces golpes con los pies, justo donde lamentablemente, yo tenía la aguja.

Así siguió todo, hasta que el nuevo clima empezó a surtir efecto y, con el correr de los meses y de mi crecimiento físico en otro ambiente, pude terminar, esta vez, el primer grado con todas aprobaciones, a pesar de mis dificultades del idioma y falta de ayuda, por no tener a quién acudir, ya que mi Madre y Padre hablaban el Idioma (dialecto) italiano y, apenas lo necesario para comunicarse en nuestro idioma.

Felipe Di Benedetto

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